El gobierno de los bienes comunes : la evolución de las instituciones de acción colectiva
Palabras clave:
Tierras comunales, Administración de recursos naturales, Recursos colectivos, AutogestiónSinopsis
El gobierno de los bienes comunes se convirtió rápidamente en un paradigma del pensamiento social, en especial para el campo de la conservación de los recursos naturales. Elinor Ostrom responde con argumentos de fondo a la opinión, preponderante entre conservacionistas, politólogos y políticos, de que los recursos poseídos y administrados colectivamente están por definición condenados a la sobreexplotación y al deterioro. El libro polemiza con la llamada “Tragedia de los Comunes”, cuyo expositor más afamado, el biólogo Garret Hardim, sostuvo en un artículo de la revista Science de 1968 que el intento de quienes forman parte de un colectivo por racionalizar el uso de sus recursos lleva al hecho irracional de dichos recursos. A partir de esta reflexión, Hardim y sus seguidores propusieron la privatización o el control estatal de los recursos a conservar, puesto que –afirman- los colectivos no son sujetos sociales capaces de un uso eficiente de los recursos, ni desde el punto de vista ecológico ni del económico.
El libro critica el uso de modelos generalizadores: muestra que aprovechamiento de los recursos y su administración por las autoridades gubernamentales pueden conducir –y han conducido- a calamidades ambientales; en cambio, en distintas regiones del mundo, experiencias antiguas y recientes han logrado reconciliar la explotación de los recursos naturales y su conservación.. La clave de esta combinación, sostiene Elinor Ostrom, no radica en el carácter de la propiedad, sino en la capacidad de las instituciones que regulan el uso de los recursos para llegar a acuerdos adecuados con los participantes en pro de una explotación sustentable. Esta capacidad depende a su vez de tres condiciones: de la “oferta” o construcción de nuevas reglas y acuerdos, del compromiso mutuo y de la supervisión del cumplimiento de estas reglas entre los distintos participantes.
Ostrom aplica este esquema al análisis de varias experiencias de autogestión de los recursos colectivos –concluye- es viable:: trátese de las tierras de comunidades particulares, de la atmósfera, de las aguas oceánicas o del equilibrio climático, de los que, huelga decirlo, depende el futuro de las sociedades humanas. De ahí que este texto resulte fundamental para la construcción de herramientas conceptuales en torno a la creación de acuerdos y normas para el uso sustentable de los bienes comunes.

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